Cuando podemos distinguir el control de la gestión es cuando lograremos un nivel de coherencia e impecabilidad en nuestro desarrollo profesional.
El fenómeno emocional no solo tiene que ver con lo que nos sucede como seres humanos en la vida diaria, las empresas u organizaciones son contextos emocionales en tanto son conducidos por personas. Los seres humanos por ser seres lingüísticos moldeamos nuestro día a día y contextos según como conversamos, toda conversación trae consigo todo un mundo emocional que no distinguimos porque simplemente no nos forman o educan emocionalmente.
Este marco conceptual corresponde al paradigma ontológico al cual responden los coaches ontológicos profesionales en todo el mundo, posee un modelo filosófico no metafísico que estudia el comportamiento humano y su relación con los resultados. Este modelo desde el cual actuamos y observamos tiene sus fuentes en la filosofía presocrática y desarrollos de autores contemporáneos del mundo tanto de la filosofía, la lingüística, el modelo de aprendizaje constructivista, una perspectiva sistémica y el trabajo desde el campo de la biología por Humberto Maturana.
Las organizaciones son redes conversacionales y la complejidad conversacional posee atravesamientos emocionales los cuales son la fuente de la acción y de los resultados.
Todo quehacer humano está determinado por nuestro mundo emocional, según como conversemos y la calidad de nuestras conversaciones (sabiendo que entrelazadas en ellas fluctúan nuestras emociones) serán los resultados de la gestión del trabajo.
Claro está que es necesario reconocer nuestras emociones para saber ante que circunstancias ellas se gatillan. Tengamos en cuenta que por más estímulos externos que existan en el medio, las emociones no corresponden a ellos, sino, que es la persona quien
otorga y reacciona significándolos según lo que su estructura biológica y el constructo lingüístico que posea ante determinados factores. Esto quiere decir que no hay nada que nos haga sentir, sino, que somos nosotros como seres humanos quienes damos sentido a lo que nos ocurre ante determinadas circunstancias. Esto sucede porque cada ser humano es un ser diferente y ante la misma situación sentimos de forma diferente.
Tengamos en cuenta que hay parámetros que son fuente de una generalidad posible que nos pueden guiar para el entendimiento emocional y poder distinguir que es lo que nos pasa y como se llama la emoción que sentimos en determinadas circunstancias.
En determinados hechos, acontecimientos y/o situaciones generamos determinados juicios o interpretaciones donde brotan emociones. Podemos decir que las emociones necesitan un motivo disparador donde el observador (persona) experimenta según su
percepción estos fenómenos, los mismos son de corta duración, generalmente mientras dure la situación que estamos experimentando.
Expongo algunas emociones para poder expandir el entendimiento de las mismas y el lector pueda empezar a distinguirlas en su propia persona.
Alegría: surge ante situaciones que enjuiciamos de apertura de posibilidades, tanto para uno mismo como para otros. Cada vez que surja de forma espontánea alguna situación, como el reencuentro con alguien a quien queremos, el reconocimiento que nos dan y el que otorgamos, el festejo o celebración. Intensidades: Estas intensidades varían según el poder del juicio que acompaña al hecho o circunstancias.
Enojo: se gatilla al juzgar a los hechos como injustos, aplicable a nivel personal o hacia otros. La expresión “estoy molesto” es muy común, pero la molestia es un juicio que no apunta al sentido emocional, en concreto la persona que expresa esto está en el enojo.
Intensidades:
Miedo: surge ante el acontecimiento, hecho o situación, donde evalúo que mis competencias no están a la altura de las circunstancias para poder afrontarlas. El miedo es una emoción de supervivencia para alertar al ser humano del peligro o amenaza. Es una fuerza motriz que genera en la biología cambios y manifestaciones y nos prepara para dos reacciones, la huida o el ataque, sin embargo existe una tercera reacción, esta es el quedarnos paralizados, esta tercera tiene que ver con componentes elaborados desde la interpretación.
Intensidades:
En esta categorización no especificamos como última escala de la intensidad al “pánico”, dado que este está enmarcado dentro del campo de las psicopatologías por lo que se clasifica como un tipo de trastorno, donde, desde nuestro abordaje filosófico, no entramos dado que nuestra inquietud de observación y aprendizaje es distinta.
Admiración: nos aparece ante personas que poseen, a nuestro juicio, habilidades, capacidades o sensibilidades que reconocemos que no tenemos y que deseamos tener.
Asombro: surge cuando estamos observando una situación, persona, hecho, afirmación que realiza un algo extraordinario, y como dice su propia denominación asombro es cuando se devela sin sombra. En filosofía el asombro se genera en el alma y abre la aspiración de los hombres a la sabiduría.
Angustia: es una emoción que aparece ante situaciones que calificamos como dificultosas, difíciles de llevar. Angustia deriva de angosto y de ella proviene la palabra anginas, la angustia se siente generalmente a la altura de la base del cuello, como una sensación de estrechez como de no poder tragar.
Aquí expongo solo unas cuantas emociones para entender “cuando y porque surgen determinadas emociones”. En el ámbito empresarial nos encontramos con todas estas mencionadas. Como podemos ahora observar nuestro mundo emocional abre o cierra posibilidades, sin embargo, no hay emociones negativas o positivas, toda emoción es necesaria, todas cumplen una función que da como resultado una manera de movernos en la vida en un espacio de convivencia.
Otro fenómeno con que se mantienen en el tiempo son los Estados de Ánimo estos no tienen motivos gatillantes, sino que están en el trasfondo de la existencia humana. Vamos a citar solo 2 de estos estados de ánimo:
Resignación: podemos reconocer este estado de ánimo cuando tenemos una conversación sobre imposibilidades, juzgamos que no se puede cambiar alguna situación a futuro, por lo tanto todo sería en vano. No se puede ver un futuro posible. Quien permanece en la resignación funda sus juicios en ver la “realidad” tal cual es y que dada la misma no hay acciones posibles de modificar las cosas, por lo tanto se justifica.
Ambición: este estado de ánimo es el contrario al de la resignación. Estar en ambición permite crear futuro, ampliar posibilidades, tener poder de acción. Por lo tanto el presente es el espacio de creación para generar las acciones conducentes hacia lo que se desea alcanzar.
Podemos afirmar que desde un estado de ánimo podemos experimentar varias emociones y también desde diferentes conjuntos de emociones puede desembocar en un determinado estado de ánimo, justo este es el punto de mi investigación que vengo realizando hace varios años, y en lo que respecta a las organizaciones este entendimiento emocional habilita una nueva comprensión para entender como estamos haciendo lo que desarrollamos en nuestra actividad laboral y cómo llegamos a los resultados que
habitualmente llegamos. Como seres humanos tenemos hábitos emocionales y solemos ser recurrentes con algunas emocionalidades, esto nos lleva a determinados resultados que son semejantes en el tiempo, sin embargo cuando logramos algo diferente como resultado, vale preguntarse: ¿en que emocionalidad estuve realizando esta acción? O ¿Qué conjunto de emociones desembocaron en este estado de ánimo para accionar en todo el proceso hasta llegar a este resultado?
Una gestión de la emocionalidad coherente es el camino de todo líder de empresa, sea este un gerente, director, o jefe de área, ya que una persona en este rol en la organización es en gran medida responsable de los resultados de la productividad, sin
embargo a veces el camino errado aparece cuando la emoción habitual se hace presente “el enojo”, y muchos líderes son impulsivos y levantan la voz, y esto no genera más que contagiar el enojo en los colaboradores, también aparecen el disgusto, las resistencias y el
miedo. Algunos líderes piensan que el “control” es la solución, sin embargo, el control es un método práctico para determinados dominios y actividades, como por ejemplo, controlar o manejar una agenda, un vehículo, una lista de materiales o inventarios. El control trasladado a otro dominio como el relacional es cuando aparecen los conflictos con los colaboradores, se generan presiones y desacuerdos. Si el control es llevado al dominio interno de la persona, como el emocional, nuevamente aparecen otros fenómenos y esto genera el retener la emoción, el reprimirla y puede generar consecuencias perjudiciales para la persona. Sin embargo la gestión es el saber administrar, dirigir o direccionar la emocionalidad, en este caso (emoción del enojo) hacia una acción donde no involucre reacciones impulsivas hasta expresiones que puedan afectar a alguien, por ejemplo, salir de la organización y caminar, de esta manera se movilizará el cuerpo y estaremos canalizando el enojo en una actividad que disminuirá su intensidad, una vez hecho esto podemos elegir conversar con los colaboradores. Cuando somos capaces de gestionar nuestro mundo emocional el espacio relacional se nutre con conversaciones de posibilidad.
Martin Pardo